25 Jan 2019

ALICIA MINJAREZ RAMIREZ







LLUEVE

Un  dejo  de  nostalgia
pretende  anunciarse,
como  esa  brisa
que  emigra
en  el  aire.

El  agua  impregna
mi cuerpo
tu aliento inunda
el contexto.

Largos secretos
que el viento
sacude  en  lontananzas,
después  la  nada.

Camino rezagada
en la humedad
que dejaron  las gotas
debajo de las  ramas.

Las aves  se desprenden
de sus nidos,
buscan
¡el  refugio  prometido!

Repican las campanas
de la iglesia,
afuera interrumpe
la noche.

Ansío secarme la lluvia,
como esos pájaros
que agobian
los árboles
en el atardecer
de los parques.

Me invade
la quietud de tus ojos,
¡alas extasiadas
inmovilizando  su  vuelo!
Al pie de mi silencio.



AMANTES
La añoranza  mitiga
la ebriedad  de la  noche,
atesora  la impronta
abolida del deseo
que nos quebranta
y acerca,
hoguera  intrínseca
de  profanos  versos
en  la intriga
de  las  sombras.

La  materialidad
de  nuestros  cuerpos
nos ciñe al instante  lunar
balsámico  del  éter,
anhelos  que  arden
y  se  precipitan
evaporando
la  musgosa  seducción
de  poseer  la  absoluta  nada.

Eres  polvo  en  la  brisa
de  mi  ser  consciente,
deleite  que suscita
esencias  melódicas
en  los  huecos  frutales
de  epígrafes  gastadas.
Leyenda  imprecisa  y nítida
de  anocheceres  venideros,
ladrándole  a  la savia  del  suspiro.

Desquíciame,  sedúceme,  condúceme.
Cual  consonante  que  se  abisma
en  la  retórica  de la memoria,
dialecto  que trastoca y encadena
más  allá  de  las  manos.
Exhalación
de  la  demencia  sin  cordura
lapida  mi  nirvana  terrenal,
entretanto  te  pertenezco
bajo  el  recóndito
vidrio  del  silencio…

Al  rozar  la  espiga
de tu tiempo.