LLUEVE
Un dejo de nostalgia
pretende anunciarse,
como esa brisa
que emigra
en el aire.
El agua impregna
mi cuerpo
tu aliento inunda
el contexto.
Largos secretos
que el viento
sacude en lontananzas,
después la nada.
Camino rezagada
en la humedad
que dejaron las gotas
debajo de las ramas.
Las aves se desprenden
de sus nidos,
buscan
¡el refugio prometido!
Repican las campanas
de la iglesia,
afuera interrumpe
la noche.
Ansío secarme la lluvia,
como esos pájaros
que agobian
los árboles
en el atardecer
de los parques.
Me invade
la quietud de tus ojos,
¡alas extasiadas
inmovilizando su vuelo!
Al pie de mi silencio.
AMANTES
La añoranza mitiga
la ebriedad de la noche,
atesora la impronta
abolida del deseo
que nos quebranta
y acerca,
hoguera intrínseca
de profanos versos
en la intriga
de las sombras.
La materialidad
de nuestros cuerpos
nos ciñe al instante lunar
balsámico del éter,
anhelos que arden
y se precipitan
evaporando
la musgosa seducción
de poseer la absoluta nada.
Eres polvo en la brisa
de mi ser consciente,
deleite que suscita
esencias melódicas
en los huecos frutales
de epígrafes gastadas.
Leyenda imprecisa y nítida
de anocheceres venideros,
ladrándole a la savia del suspiro.
Desquíciame, sedúceme, condúceme.
Cual consonante que se abisma
en la retórica de la memoria,
dialecto que trastoca y encadena
más allá de las manos.
Exhalación
de la demencia sin cordura
lapida mi nirvana terrenal,
entretanto te pertenezco
bajo el recóndito
vidrio del silencio…
Al rozar la espiga
de tu tiempo.